¿Sabías que las empresas se deprimen?

Pues sí, al ser conformadas por grupos humanos y adquirir un espíritu propio de cuerpo (corporación), como todo grupo social, las empresas pueden llegar a experimentar fenómenos propios de las personas.

Así, tenemos empresas nacientes, jóvenes, inmaduras, maduras e incluso seniles. Su comportamiento, tiene que ver mucho con su estado de desarrollo y tiempo de vida, aunque esto no puede entenderse como una correlación lineal.

Algunas empresas nacientes, son muy dependientes, están desorientadas, llenas de errores y torpezas, exponiendo la conducta propia de un «niño chiquito». Otras, cuando jóvenes, tienen el ímpetu, la energía y el apetito de riesgo propio de los adolescentes, apuntando hacia grandes metas, siendo más propensas al logro y dándose los golpes propios de un «muchacho»

Otras empresas, ya antiguas, pueden comportarse como una persona anciana, de forma calmada y lenta, costándoles mucho la innovación y adaptación al espíritu propio de los tiempos, junto con las demandas del mercado.

Al igual que los seres humanos, las empresas también pueden verse afectadas en su personalidad (cultura) y estado de ánimo.

Podemos ver empresas deprimidas, apagadas, tristes, frustradas, con poca energía, voluntad y con mucha dificultad de plantearse retos nuevos y mirar al futuro.  Asimismo, hay empresas paralizadas por el miedo, con poca capacidad de accionar y resolver los problemas que se presentan.

También, podemos encontrarnos con organizaciones tomadas por un déficit de atención, en las cuales, la inquietud sin clara orientación a objetivos, la falta de foco y la dificultad ejecutiva, son el pan nuestro de cada día.

En los casos mencionados, las empresas deben recibir tratamiento. En muchos casos debe revisarse cultura, clima, liderazgo, trabajo en equipo, alineación con la visión y estrategia, capacidad de innovar, adaptación al entorno y muchos otros factores que pueden ser causantes de su afección anímica.

¿Te interesa saber más de este tema?

Contáctanos…

Anterior
Anterior

Mitos sobre el trading

Siguiente
Siguiente

El bolívar y sus circunstancias